Son muchas las cosas que ignoramos, pero lo poco que sabemos podemos usarlo para bien, así sea algo simple, siempre usarlo a favor de uno, de terceros y como corriente eléctrica comunicar esa actitud favorable a muchos más.
Pero con el correr del tiempo y el incremento de su velocidad, pasamos de desapercibidos hasta para nosotros mismos y eso específicamente en el derecho de favorecer a alguien, no es cumplir caprichos, sino el de dar oportunidades a otras personas de realizar una actividad participativa que probablemente sea el inicio de una cadena de retribuciones favorables.
A veces sin darnos cuenta, cortamos alas de manera tajante, perjudicamos a otros y por reciprocidad nos perjudicamos a nosotros mismos, es un efecto tardío y probablemente sin conciencia plena, pero efecto que siempre se refleja como un bumerán, como un acontecimiento que en el momento crítico de desesperación lloramos preguntándonos: ¿por qué a mí?
27/10/2015
Hilos y huellas 