Cifras

Cada día es un número más aterrador el de las cifras, desgracias por doquier, pero lo más intrigante son las cifras de quienes tienen el poder de hacer algo y no hacen nada, eso es lo aterrador, porque genera un efecto inversamente proporcional a las cifras que no deberían sumar y sí suman, hacen efecto y empobrecen al ser humano.

Uno como persona natural, persona común y corriente, se pregunta cómo debemos salir de todo este mal sinsentido que da vida a la maldad, ¿un milagro? ¿una bomba atómica? ¿una guerra?, parece una escenario de laberinto sin salida, pero es lo que pensamos los seres comunes y corrientes, porque no tenemos ni la información ni el poder necesario como para terminar todas estas situaciones desastrosas.

Luego, en otro plano, uno se pregunta, ¿qué hacen los líderes? ¿qué hacen las potencias mundiales? ¿qué hacen los grupos manifestantes de paz?, no sé, es otro enigma que se asoma debajo de la sombra de los primeros. Entonces uno como ser común y corriente, no queda más que pensar que todo está perdido, todo está a punto de acabar a causa de una epidemia sin escrúpulos.

Al final nos vamos contagiando de ese cinismo, de esa indiferencia de quienes tienen las posibilidades de hacer algo y no hacen nada. Y uno como ser común y corriente, solo termina pensando que quizás esos que pueden hacer algo y no hacen nada, son los que provocan todas estas cifras de catástrofes antihumanas que ensombrecen la vida, dejan en tinieblas el futuro de nuevas generaciones, transforman el patio de nuestro hogar en un terreno estéril y sin compromisos de dar luz a una nueva vida.

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